Descripción
La sociología de la delincuencia encontró en la clase social
un robusto e indiscutible apoyo sobre el que sustentarse para explicar los
comportamientos desviados. Las bases teóricas fundamentales se cimentaron sobre
un puñado de teorías que tuvieron su origen en los años cincuenta del pasado
siglo y que se extendieron básicamente durante los treinta años siguientes.
Pero esta claridad teórica no acabó de encontrar una apoyatura práctica. Cuando
se empezaran a poner en tela de juicio los datos de las estadísticas oficiales
procedentes de la policía y de los tribunales y en su lugar se echó mano de los
auto-informes, los investigadores se dieron de bruces con una realidad
insospechada: la extensa delincuencia de cuello blanco no registrada. Ello
indujo a pensar que la relación entre clase social y delincuencia era en
realidad un mito sostenido sobre los prejuicios de considerar a una clase
social como más peligrosa, detenerla más, juzgarla más y condenarla más. Surgió
entonces una prolongada controversia fundamentada sobre dos postulados
inamovibles: “no importa cómo se mire la clase social, ya que no incide sobre
la delincuencia” frente a “la clase social correlaciona negativamente con la
delincuencia; según se baja en la escala aumentan los delitos”.
Hernández de Frutos, T. (2006). Estratificación social y delincuencia. Cuarenta años de discrepancias sociológicas. Revista Internacional de Sociología, 64 (45),
pp. 199-232.
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