Descripción
En 1898 desaparecía el último vestigio de la dominación
española en América. Para España parecía el fin de su historia. Duelo,
amargura, introspección de toda una generación obsesionada por la pregunta:
¿qué somos? ¿por qué caímos? Por su parte, en América se iniciaba también un
largo camino que conduciría a preguntar por su ser dependiente. Sin embargo,
aquella fecha histórica abría la puerta a una transmutación en la relación entre
España y América. El fin era, en realidad, un comienzo: el último día de la
dominación era también el anuncio de una comunidad posible. Porque la comunidad
es lo contrario a todo dominio; sólo puede darse en el reconocimiento entre
iguales.
Villoro, L. (1998). ¿Es posible una comunidad filosófica iberoamericana?. Isegoría, (19), pp. 53-59
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