Descripción
En Política VI 2, 1317b 1-17, Aristóteles
define así la democracia: «el rasgo esencial de la democracia es el vivir como
se quiere sin ninguna interferencia y de aquí vino el de no ser gobernado,
si es posible por nadie, y si no, por turnos. Esta característica
contribuye a un sistema general de la libertad fundada en la igualdad».
Este modelo normativo dio lugar, históricamente, a dos posibles regímenes
políticos, la democracia popular o extrema, basada en la participación directa
de todos los ciudadanos, como en Atenas, y una «constitución mixta» que tenía
rasgos tanto democráticos como oligárquicos, llamada república en
la tradición romana desde Cicerón. La democracia moderna es la heredera de
ambos regímenes, moderada por la nueva concepción de los derechos individuales
que son propios del pensamiento moderno desde Hugo Grotius hasta la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. La constitución representativa fue, así, la
solución moderna al conflicto entre gobierno de la mayoría y gobierno de las
leyes. Desde su Independencia en el siglo XIX, las democracias de América Latina
sufren por la tensión no resuelta entre populismo y constitución liberal
democrática. El neo-populismo que surgió en los últimos años del siglo XX se
presentó como un desafío y una respuesta a las promesas incumplidas de la
democracia. Contra los defensores del populismo autoritario, como por ejemplo
Ch. Mouffe y E. Laclau, yo sostengo que la democracia deliberativa es una
respuesta superior a esas promesas.
Guariglia, O. (2011). La Democracia en América Latina: la alternativa entre populismo y democracia deliberativa. Isegoría, (44),
pp. 57-72
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