Descripción
Baudrillard interpreta el «nuevo terrorismo» como un
intercambio simbólico de regalo y contra-regalo: la muerte del terrorista es un
contra-regalo irrefutable que rompe el círculo coercitivo de las relaciones
sociales «impuestas» por el sistema global. A su vez, la concepción de Derrida
tiene dos dimensiones, explicativa y normativa: en primer lugar, Derrida
considera el 11-S como un síntoma multifacético de una crisis autoinmune que
tiene aspectos políticos, religiosos y tecno-capitalistas. En segundo lugar,
Derrida arguye que existe un «momento» de terror, violencia y sacrificio que es
constitutivo en las decisiones y en las responsabilidades éticas. De forma
crítica, argumentaré que la concepción de Baudrillard se basa en una noción
extremada y partidista de un sistema que se interpreta como un inmenso mandato
de un gobernante totalitario. Por su parte, Derrida convierte de forma innecesaria
la observación de que las acciones humanas pueden tener consecuencias perversas
en una ley de la autoinmumidad inspirada en la biología. Al considerar el
terror como algo constitutivo incluso en las relaciones éticas más comunes,
Derrida corre también el riesgo de convertir un fenómeno extremado en un
concepto que lo abarca todo, y de perder contacto con la práctica ética
corriente. Concluiré que las concepciones de Baudrillard y de Derrida sobre el
terror y el terrorismo comparten un «gusto por lo extremado» que las hace en
última instancia poco convincentes.
Ungureanu, C. (2012). El gusto por lo extremado: un análisis crítico de Baudrillard y Derrida sobre el terror y el terrorismo. Isegoría, (46), pp. 193-213
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