Se desenvuelve lentamente, como una densa e íntima meditación en la que los sueños y las visiones son tan importantes como las imágenes de la realidad, rápidamente transpuestas, casi sin excepción, a clave simbólica. Con un lenguaje de ritmo pausado, a través del amplio versículo o directamente de la prosa lírica, que contrasta con la brillantez vanguardista de una metáfora siempre audaz e insólita, Juan Cristóbal evoca el desencanto discursivo del hombre por una realidad que parece estar marcada desde siempre por la corrosión, la ruina, la desolación. Ya en plena madurez el poeta, que incursionó de manera audaz en la prosa, mereció de Alfonso Latorre esta frase consagratoria: «Por primera vez, desde Whitman y Saint John Perse, descubrimos en un poeta peruano la soltura de huesos y de palabra que no mide sus sílabas ni sus metáforas». (Antonio Cornejo Polar)
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Cristóbal, J. (2015). Memorias de un desaparecido. Puno: Universidad Nacional del Altiplano
Páginas: 277
Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Se ha desempeñado como profesor en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad San Martín de Porres. Fue profesor de Introducción a la Literatura y Literatura Peruana del Siglo XIX, en la Universidad Privada María Inmaculada. Ha publicado los poemarios Cantual (1963), Difícil olvidar (1975), El osario de los inocentes (1976), Estación de los Desamparados (1978), Horas de lucha (1980), La isla del tesoro –al alimón con Jorge Teillier– (1982), Celebraciones de un cazador (1994), Asaltos (1987), Vivir es duro (1988), Despedida del bribón (1988), Poblando los silencios (1996). El llanto/el fuego (1997), Palomas de fuego (1998), En las llamas del olvido (1999), Los rostros ebrios de la noche (1999), En los bosques de cervezas azules (antología poética personal 1971-1999) (2001). (Leyendas) Para después de la muerte (2001), Memoria de lo infame (2002), Las armas de la memoria (2002), entre otros. Ha escrito también poesía para niños y jóvenes: Gidumot (1964), Desde la soledad de las colinas (1989) y Lecciones de Historia (1994). Asimismo, ha publicado prosa testimonial: Máximo Velando: el optimismo frente a la vida (1984). ¡Disciplina, compañeros! (1985), Maestra vida (1988), ¿Existe cultura obrera? (1991), La memoria es un arma (masacres andinas) (2002) y Uchuraccay o el rostro de la barbarie (2003). Cuenta también con las siguientes recopilaciones: Crítica marxista del APRA (1979), ¿Todos murieron? (1987), “Entre el fuego y la razón”, obra periodística de Jorge Mendívil (1988), Gabriel García Márquez y los medios de comunicación (1999) y García Márquez y el amor (1999). Asimismo, publicó el libro de cuentos Agüita ‘e coco (1998). Su obra ha merecido las siguientes distinciones: Premio Nacional de Poesía (1971), primer puesto en los Juegos Florales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1973), mención honrosa de poesía en el Concurso Casa de las Américas (Cuba, 1973), segundo puesto en el Concurso Poesía y Canto para El Salvador organizado por la Radio Venceremos (1981), mención honrosa en el Concurso de Cuento organizado por la Asociación Peruano-Japonesa con el libro Aguita’e coco y tercer puesto en la IX Bienal de Poesía “Premio Copé 1997”.
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