Descripción
Para
Fichte, sólo el hombre idealista profesa una genuina filosofía. El idealismo no
constituye un rasgo atributivo, circunstancialmente diferenciador y
controvertible, entre las diversas manifestaciones del saber que se arrogan
condición filosófica. Es, por el contrario, su determinación esencial; no
dejando margen alguno para especificaciones derivadas o características
tangenciales. En efecto, no hay tratado discursivo capaz de ocultar las
falacias, en que se sustentan las convicciones del hombre dogmatico. El
idealista pone al descubierto la inconsistencia e ingenuidad del realismo, que
conforma la índole común de sus premisas teóricas.
Gómez,
R. (1992). Fichte y el idealismo moderno. Revista
de filosofía y teoría política, nro. 28-29, pp. 65-73.
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