Descripción
Desde
la mismísima Antigüedad, en la confrontación con sociedades radicalmente
diversas, Occidente ha experimentado siempre cierta mezcla de maravilla y
escándalo. Con frecuencia, ese desconcierto inicial provocado por la alteridad
ha sido canalizado hacia los terrenos mejor dominados de la veneración de lo
exótico o de la abominación de lo abyecto. Si de "monstruos" se
trata, la imaginación espontánea de nuestra sociedad aún mantiene en el Antiguo
Egipto, la imagen paradigmática de un pensamiento productor de toda suerte de
seres extraños, antinaturales y -en ese sentido- monstruosos. A modo de
emblema, la milenaria esfinge de Giza, con su cara humana y su cuerpo de león,
permanentemente despierta en los occidentales esa sensación de perplejidad que
induce todo aquello que no encuentra rápidamente un significado explícito y
unívoco.
Campagno,
M. (2001). Antropozoomorfos, serpopardos, grifos. El surgimiento del Estado (y
de los seres imaginarios) en el Valle del Nilo. Trabajos y comunicaciones, nro. 26-27, pp. 45-58.
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