En Uruguay, desde comienzos de los años 2000, se desarrollan cambios en el sector agropecuario vinculados a la explosión de la agricultura de secano y a un nuevo impulso de la producción forestal, que afectan la sustentabilidad de las pequeñas y medianas explotaciones ganaderas. Frente a este escenario, muchos productores familiares se plantean acudir a estrategias asociativas para superar sus limitantes de escala y mejorar su inserción en el mercado, dados los contextos altamente competitivos y cambiantes de la economía nacional e internacional. En los últimos años, esta estrategia ha sido impulsada a nivel nacional desde los organismos públicos principalmente. Sin embargo, en la práctica se advierten inconvenientes que obstaculizan su adopción y/o llevan al fracaso de su implementación. El objetivo de este trabajo fue comprender una de las diferentes formas asociativas desarrolladas por productores familiares en Uruguay, e identificar cuáles son las principales ventajas y dificultades que comúnmente enfrenta este tipo de emprendimiento. Se realizó un estudio de caso, efectuando entrevistas semi-estructuradas a diferentes actores, constatando que la experiencia constituye un proceso de aprendizaje individual y colectivo. Se destaca que el éxito de la experiencia radicó en el nivel de confianza alcanzado por los integrantes. Se concluye que existe la necesidad de diseñar estrategias colectivas, no solo para desarrollar ventajas competitivas individuales y conjuntas, sino como estrategia de desarrollo rural.
Courdin, V. (2013) Asociativismo la experiencia de los productores de la Colonia «Juan Gutiérrez» en Paysandú. Agrociencia, 17(1), pp. 165-174.
Candidata al Sistema Nacional de Investigadores, trabaja en el Dpto. Ciencias Sociales de la Facultad de Agronomía, de la Universidad de la República de Uruguay (UdeLaR).
Maestría, Universite de Montpellier II (Scien. et Tech Du Languedoc), Francia.
Ingeniero Agrónomo, Facultad de Agronomía - UDeLaR, Uruguay.
El siglo XXI se inicia en el país con fuertes cambios, transformando el escenario rural, siendo la agricultura de secano y la forestación los principales protagonistas, presionando a la ganadería y a su gente a ser más eficientes o a trasladarse a zonas marginales. Estos cambios han sido de gran magnitud y han acontecido en un corto período de tiempo, modificando el peso relativo de las actividades, la estructura agraria, la organización empresarial, la tecnología, el uso del territorio, etc.; fundamentalmente a partir de la expansión de algunas actividades y de los cambios derivados de la intensificación. En el caso específico del sector arrocero, este ha demostrado que su competitividad no está únicamente asociada a sus volúmenes de producción, sino también a la posibilidad de satisfacer demandas específicas y requerimientos de calidad de sus destinatarios. En este sentido, el rubro viene utilizando estrategias de competencia intrasectorial como la diferenciación y la diversificación de productos, el cuidado de los recursos naturales, y la implementación de nuevas tecnologías agropecuarias; las cuales afectan directamente la dinámica del cultivo en el territorio. Por otro lado, la competitividad de pequeñas y medianas explotaciones ganaderas familiares también se ha visto afectada, dada la marginación que le han impuesto las nuevas actividades (agricultura y forestación), disminuyendo las posibilidades de continuidad de la familia en el sector productivo y/o comprometiendo la sucesión familiar. Frente a este escenario, muchos productores se han planteado la necesidad de acudir a estrategias asociativas para superar sus limitaciones de escala y mejorar su inserción en el mercado. En los últimos años, esta estrategia ha sido impulsada a nivel nacional desde los organismos públicos y también privados. Sin embargo, en la práctica se advierten inconvenientes que obstaculizan su adopción y/o llevan al fracaso de su implementación. No obstante, el desarrollo de este tipo de herramientas serviría para desarrollar ventajas competitivas individuales y conjuntas, así como también ser una estrategia colectiva de desarrollo rural. El estudio de ambos sectores (arroz y producción familiar) permitiría la generación de conocimientos sobre algunas de las consecuencias provocadas por los cambios y las transformaciones socio-económicas y productivas del agro uruguayo en la última década. Por un lado colaboraría en los procesos educativos de los futuros profesionales, integrando una perspectiva crítica hacia los mismos. Por el otro, podría generar alternativas de integración e intervención, hacia la generación de políticas públicas de desarrollo rural y planificación estratégica; sin dejar de lado la comprensión, el debate y la generación de alternativas, como desafíos para contribuir en la búsqueda de soluciones a problemas complejos.
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