Descripción
Después
de leer el Diálogo de la lengua habrá
que convenir en que las cartas familiares referidas tanto por el Valdés
personaje como por sus amigos son mucho más que el germen del diálogo; son
también su sustento ideológico. Es a la corriente iniciada por los tratados
epistolares de Erasmo en la década de los veinte del siglo XVI que debemos
adscribir el Diálogo de la lengua. Ambos, Erasmo y Valdés, coinciden en
apartarse de los modelos cerrados medievales y apuestan por fórmulas más
creativas, capaces de conciliar arte y naturaleza en un equilibrio que lleve a
buen puerto la formación del ingenio de los jóvenes. El momento detonante de
este cambio puede situarse con precisión: el año 1345, cuando Petrarca descubre
en la catedral de Verona el libro de las cartas enviadas por Cicerón a Ático.
* Párrafo del texto
extraído como resumen
Gastañaga,
J. (1998). Un diálogo sin fin. Las cartas familiares en el Diálogo de la lengua
de Juan de Valdés. Boletín del Instituto
Riva Agüero, Nro. 25, pp. 213-225.
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