Descripción
En mis tiempos de niño, en una pequeña ciudad del interior
del estado de San Pablo (Brasil), yo veía todas las películas de Cantinflas en
el teatro local de la ciudad. Puedo afirmar, recurriendo a mi memoria, que ese
personaje fue mi primer puente – una especie de puente cinematográfico – con
los demás pueblos de América Latina. Yo tenía la costumbre de imitar al
personaje creado por Mario Moreno Reyes. Yo quería ser Cantinflas, yo fui
Cantinflas en varios momentos de mi infancia.Con su sombrerito de pico para
adelante, despeinado, con bigote estirado a los dos lados del labio, con
pantalones cortos y anchos y caminando con desenvoltura y gracia yo hacía las
mismas pantomimas para alegrar a mi grupo de amigos. Yo era, así, el mismo
hombre de pueblo, sin raíces y sin dinero, sobreviviendo de la lógica de la
sagacidad, al margen de las leyes de opresión, sentimental y jamás perdiendo de
vista la conexión directa con mi pueblo. Con Cantinflas, siendo Cantinflas,
aprendí que el oprimido piensa, tiene sentimientos y posee dignidad.
* Párrafo del texto extraído como resumen.
Da Silva, E. (2010). Yo no soy uno: soy muchos-los otros en mí. El toldo de Astier, 1 (1), pp. 1-10
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